Carlos Barbarito

Nace en Pergamino, Provincia de Buenos Aires, el 6 de febrero de 1955.

Libros publicados:
* Poesía quebrada, Ediciones Mano de Obra, Buenos Aires, 1984
* Teatro de lirios, Fundación Alejandro González Gattone, Pergamino, 1985
* Éxodos y trenes, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1987
* Páginas del poeta flaco, Ediciones Filofalsía, Buenos Aires, 1988.
* Acerca de las vanguardias. Arte argentino siglo XX. Comisión de Homenaje a Jorge Feinsilber, Buenos Aires, 1990
* Caballos y otros poemas, Hojas de Sudestada, La Plata, 1990.
* Parte de entrañas, Ediciones Arché, Buenos Aires, 1991.
* What will calls them?...and other poems, en Four Argentine Poets. Ediciones Correo Latino, Buenos Aires, 1991.
* Poemas, Bella Vista, 1992 (edición artesanal)
* Bestiario de amor”, El primer siglo. Centro de Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1992
* Viga bajo el agua, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 1992
* Meninas. Desnudo y la máscara, Ediciones Último Reino, Buenos Aires, 1992
* A Cecilia, en memoria, en Cinco poemas en homenaje. Cecilia Pozzi.
* La otra primavera, Editorial Vinciguerra, Buenos Aires, 1994.
* El peso de los días, Altamira Ediciones Electrónicas, Buenos Aires (edición en disquette).
* La luz y alguna cosa, Ultimo Reino, Buenos Aires, 1998.
* Figuras de ojo y sombras, Berminghan Editores, Donostia, 2006.


Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce…

Si estiro el brazo, tal vez alcance. Al menos roce
esa materia jamás bruñida o cincelada,
con la que jamás se hizo una copa,
una bailarina, un códice. Si me extiendo
en sueños hacia donde más refulge,
hacia donde más y mejor irradia.
Pero, ¿qué veía o creyó ver Turner
en el momento en que se abrían de golpe las ventanas?
¿Qué encontró el hijo de Swansea
en el amarillo y en el mar austero,
luego de la primera muerte,
por entre las parábolas del sol
y las leyendas de las verdes capillas?
¿Vino puro, antes de la lluvia?
¿Garzas limpias de barro?
¿Alta cúpula sobre cuya aguja hay un pájaro inmóvil?
¿Pasarán ante mí un amor desatado,
una nítida caligrafía con aspecto de nieve,
un dorado sin error,
un iris libre de mercurio?
Pero, si me alargo, ¿y es sólo el engaño, el espejismo,
un rocío de belladona, seis estratos
de locura que creeré almohada,
una edad que, antes de ser, ya será fósil?


Poseído, libre, a mis ojos se abre…

A Christian Gustavo Binderfeld

Poseído, libre, a mis ojos se abre
el mar y respiro del mundo el primer eco
y percibo más allá del yodo figura
y ganancia de locura, de amor;
qué breve el sentido, qué ancha el alba,
y qué suave martillo el que golpea
la cabeza cuando en ella todo es sueño, verdad.
A una pulgada, el asilo.
A una centésima, el hospicio.
Qué zumba en el oído cuando no hay olvido,
cuando la escena encuentra precisión en cada acto;
ahora descalzo en el ensalmo, el hechizo,
la santa guadaña profana el agua
para hacerla sábana que envuelve,
de a poco, a los desnudos.
Limpio, tatuado, adelgazo
hacia el origen, el final,
me inclino sobre una luz hembra,
sobre un amplio y justo diluvio
que sepulta a todos menos a niños y vírgenes.
A un paso, los firmes astilleros.
A dos pasos, el tembloroso verbo
que abraza al relámpago;
qué vibra cuando el zorzal
huye de los dientes del perro,
vuela hacia donde Adán escarba dos veces la tierra
antes de plantar en cada hoyo
un azahar y un licopodio.


¿Y si pierdo la conciencia? Resbalo…

A Liliana Herrero

¿Y si pierdo la conciencia? Resbalo
hacia lo inefable con mirada de cordera,
envuelto en polen seco, seca
mi boca desde la que se ausenta todo verbo
desde aarónico hasta zurubí.
Por el canal más estrecho, un pez sin ojos.
Por el canal más ancho, un ciervo sin ojos.
¿Y si pierdo el brazo derecho? Río
con risa sin causa, lloro
con llanto sin razón, acabado el libro
y conducido el niño al sacrificio;
sin cimiento, todo debe ser apuntalado
en medio de la tempestad,
nadie está desnudo,
nadie disipa el humo
para ver lo que arde, casa o zarza.
¿Y si retrocedo vidas hasta la almeja? Apoyo
un dedo en la sal, algo,
desde alguna parte, confirma
al mundo lo inútil de ese gesto;
más vale dejar que se retire
lo que deba retirarse
y acuda lo que deba acudir,
resuelta en hilos la alegoría
y de esos hilos sostenida sobre noche y abismo
lo que llaman alma y yo,
respiración de buey
que sabe de agua y sed y el resto lo ignora.

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